miércoles, 2 de enero de 2008

COMENZAMOS CON ANIMO EL 2008


La llegada del Año Nuevo despierta en nosotros la esperanza de tiempos mejores. Por ello nos saludamos deseándonos un año lleno de felicidad, de prosperidad, de paz y alegría. Sabemos que esto depende en gran parte de nosotros, que también nuestras manos deben construir nuestra esperanza, y hacemos buenos propósitos para dejar hábitos nocivos a la salud, actitudes que dificultan la armonía en el hogar o en el trabajo, conductas que nos alejan de Dios nuestro Padre. Comprendemos que la construcción de un mundo mejor comienza con la mejora de nuestra persona, de nuestro corazón. Aunque no sepamos con seguridad cómo serán los días que están por venir, las oportunidades y las alegrías que nos traigan, los retos y las dificultades que nos presenten, podemos iniciar el año nuevo con un sentimiento grande de confianza. Dios nuestro Padre es el Señor de la historia, nada escapa de su mano, y nos ha mostrado su amor entregándonos a su Hijo, que se ha hecho uno de nosotros. El Señor Jesús prometió estar con nosotros todos los días y está a nuestro lado aun al recorrer caminos en los que nadie puede hacernos compañía. En Él nuestra vida encuentra sentido y tiene su plenitud. Podemos empeñarnos en hacer el bien y buscar lo que es justo, aunque en apariencia no tengamos éxito o encontremos mucha oposición. Eso es fuente de esperanza para muchas personas, a nosotros nos hace humanos, y a través de nuestro actuar el Señor transforma la realidad y hace presente el reinar de Dios entre nosotros.

Asi, que encomendemos a Dios este nuevo año que comienza y pidamos al Espiritu Santo que nos ilumine...

¡FELIZ AÑO NUEVO!

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