lunes, 19 de noviembre de 2007

“NO HAGAN DE LA CASA DE MI PADRE CUEVA DE LADRONES” (Cfr. Mt. 21,13)


Reciban un saludo cordial y los mejores deseos para su persona y sus actividades que deben ser siempre para el beneficio de la sociedad.

Nos dirigimos a su ustedes con respeto, pero con un profundo sentimiento de vergüenza, de impotencia y de coraje. Han de estar enterados de los sucesos del pasado domingo 18 de este mes del año en curso, que se suscitaron en la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis de México, en la capital de la República. Son actos que para un mexicano dan vergüenza, hacen a uno reflexionar sobre la capacidad de gobernabilidad que se vive en esa capital y por consiguiente en la república mexicana. No hay seguridad en esa ciudad, ni para la libre expresión del culto, ni para las garantías de las personas que con fervor oran al Dios como todos nosotros católicos.

Como ciudadanos respetamos la opinión del Señor Obrador, pues es libre de expresión, respetamos a sus simpatizantes, muchos de ellos gente humilde, marginados sociales, personas ignorantes, personas débiles que con un lonche y doscientos pesos son alegres “siguiendo” el “ideal legitimo” de López Obrador; pero en lo que no estamos de acuerdo es que este grupo de “perredistas” con su cabeza el Señor Obrador pisoteen el derecho de terceros a la libertad de culto, no comulgamos con la falta de tolerancia que se hace practica y se concretiza en hechos vandálicos como los del domingo que esperamos se les castigue.

Había una valla de granaderos pero no hicieron nada, nos preguntamos: ¿a que estamos jugando?, ¿porque las autoridades capitalinas y federales no ponen un alto a las ofensas que se dirigen en contra del Cardenal Rivera y en contra de la Iglesia Católica en el D.F.?, ¿Qué a caso la libertad de expresión se vale hasta para seguir calumniando a una o varias personas?, ¿queremos a caso otra persecución religiosa?.

Hacemos un llamado a las autoridades capitalinas y federales, no para que defiendan a una Iglesia, sino para que defiendan como representantes legítimos de miles de ciudadanos, el derecho a la libertad de culto, el derecho mismo de la dignidad de la persona; que la autoridades no se vendan, que no le den la espalda a los miles de ciudadanos que confiamos en su capacidad de liderazgo, liderazgo que ha de ser signo y factor de unidad y fraternidad.

La comunidad Católica esta dolida, perdona las ofensas, pero no se calla ante la injusticia, “los pueblos dignos no soportan cadenas”. Pedimos que no se este desviando la atención a los verdaderos problemas nacionales, como lo son: el muro divisorio que construye el país vecino, la falta de una verdadera educación básica y la pérdida de la gobernabilidad en muchos sectores sociales.
Que el poder no se fetichice, no olvidemos que el pueblo pone toda su confianza en personas que por no haber sido elegidas no estuvieran en la silla que están y cobrando tanto dinero.

Esperamos una pronta solución y pedimos que las autoridades reflexionen estos problemas como los del domingo pasado, que no son tan aislados y que pueden ocasionar un conflicto mayor, pongan un alto ya al Señor Obrador, no es posible que cuando quiera pueda pisotear las instituciones escudándose en un derecho de manifestación que a vista de todos se ha convertido en terrorismo y en ataques masivos al estado de derecho.

José Horacio Toscano González www.horaciosem.blogspot.com
César Gerardo Ramírez Flores www.digorkaisa.blogspot.com
Seminaristas Diocesanos de Guadalajara

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